domingo, 29 de julio de 2007

En 2010 habrá stents biodegradables.



No dejar rastros físicos, eso es lo que buscan quienes están detrás del desarrollo de los llamados stents biodegradables. Los stents son diminutas mallas metálicas que se colocan en las arterias durante una angioplastia para evitar que una vez destapadas vuelvan a colapsar. Los más modernos, aquellos que liberan drogas que ayudan a mantener las arterias abiertas, presentan riesgos -muy bajos, pero ciertos- de generar coágulos en el largo plazo.
"Dejar de temer la posibilidad de que haya efectos secundarios, como la inflamación que lleva a la trombosis [formación de coágulos en el interior de las arterias], es una de las motivaciones del desarrollo de los stents biodegradables", explicó el doctor Ron Waksman, investigador del Washington Hospital Center, de Estados Unidos.
"En la actualidad, existen muchas compañías que están desarrollando programas de investigación con stents biodegradables que emplean materiales como el magnesio o ciertos polímeros, que son degradados por el organismo en cuestión de meses o años -agregó Waksman-. Los resultados preliminares muestran que son seguros."
"Creo que es posible que estén disponibles en 2010", completó el investigador, para quien la posibilidad de contar con stents que se disuelvan dejando sólo agua, dióxido de carbono o magnesio permitirá nuevos usos para estos dispositivos: "Serán útiles para la angioplastias de las arterias de las piernas, por ejemplo, donde tenemos problemas con los stents metálicos".
Para la doctora Grinfeld, una posible indicación serán los infartos agudos: "En un porcentaje alto de los infartos agudos la obstrucción es mínima. En estos casos podría ser útil colocar un stent transitorio, porque no sería necesario mantenerlo posteriormente".
Una persona autorizada para opinar sobre stents, sean biodegradables o no, es el doctor Eduardo de Souza, del Instituto Dante Pazzanese de Cardiología de San Pablo, en Brasil. Este cardiólogo participó en 1977 de la intervención en que por primera vez se colocó un stent en un ser humano y también colocó el primer stent liberador de drogas en 1999.
"Aunque han demostrado reducir o eliminar la necesidad de volver a intervenir al paciente que se ha sometido a una angioplastia -explicó Souza, los stents liberadores de drogas presentan un riesgo adicional de trombosis después del año de colocados que ronda el 0,2 y el 0,3 por ciento."
"Para controlar este riesgo se recurre al uso de clopidrogel en forma prolongada -comentó el doctor Jorge Belardi, ex presidente de Solaci-. Por otro lado, se ha observado que una correcta técnica de posicionamiento del stent también ayuda a reducir el riesgo de trombosis."
Para tratar de superar este riesgo, agregó Souza, "uno de los campos de investigación es el de los stents biodegradables. Otro campo de investigación es el relacionado con los polímeros presentes en el stent liberador de drogas, que son las sustancias que cargan los fármacos. Es posible que parte de ese pequeño porcentaje del riesgo de trombosis se deba a esos polímeros."
Al igual que con los stents biodegradables, lo que se busca con los polímeros de los stents también es reducir su presencia en el organismo o modificarlos de forma tal que esa presencia no se traduzca en un mayor riesgo de trombosis.
Fuente. Sebastián A. Ríos

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