jueves, 9 de agosto de 2007

El ave gigante planeaba



Un ave extinta de 70 kilogramos y una envergadura de 7 metros surcó los cielos sudamericanos de lo que hoy es Argentina hace 6 millones años. Ahora calculan que, debido a su tamaño, sólo podría planear.
El argentavis magnificens tenía un tamaño comparable al de una avioneta Cessna 152 y para este animal alzar el vuelo o tomar tierra eran probablemente los momentos más difíciles del vuelo.
El análisis de sus restos fósiles para determinar cómo volaba ha sido difícil hasta el momento presente. Ahora Sankar Chatterjee, del Museum of Texas Tech University, se ha basado en unos cálculos realizados por un programa para el diseño de helicópteros y en estudios de aves modernas para analizar el vuelo de este animal. Ha podido determinar que el consumo de energía por unidad de tiempo que el ave necesitaría para mantener el vuelo con aleteo sería de unos 600 vatios. Esta cantidad de potencia es 3,5 veces superior a la potencia de la que fisiológicamente podría disponer, y por tanto concluye que este pájaro gigante, similar al un cóndor, sólo podría planear y que se aprovecharía de las corrientes térmicas y del vuelo en ladera para ganar altura y mantenerse en el aire. Estas técnicas son usadas hoy en día por diversas aves rapaces y carroñeras de gran tamaño.
Este resultado coincide con las ideas que se tienen sobre la relación entre tamaño y vuelo. Cuándo más grande es un pájaro más dependiente de las corrientes de aire es.
El clima de la zona durante el Mioceno era más seco y cálido que el actual y proporcionaba las térmicas potentes, de como mínimo 100 metros de diámetro, que esta ave necesitaba para volar.
Lo difícil es explicar cómo conseguía alzar el vuelo desde tierra, aunque se especula que las patas le proporcionarían el empuje necesario para ello.
Los expertos deducen que el pájaro era un predador que atacaba a piezas de gran tamaño en lugar se ser un simple carroñero.
Los expertos no tienen claro cuál es el límite en este planeta para un animal volador. Según el registro fósil la marca mundial la mantenía un ejemplar fósil de la época de los dinosaurios: el pteranodon, cuyos 9 metros de envergadura se consideraban el límite fisiológico. Pero más tarde se encontraron restos fósiles parciales de un pterodactilo del Cretácico que indicaban que podría haber tenido una envergadura de 12 o 15 metros. Este animal volador, finalmente denominado quetzalcoatlus, es hasta ahora el más grande del que se tenga noticia.
En esos tiempos pretéritos no tuvo que ser muy seguro andar sobre la tierra mientras esos gigantes surcaban los cielos.

Fuente. TheScientificCartoonist.

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miércoles, 8 de agosto de 2007

Científicos argentinos hicieron un cable del grosor de un átomo



La manipulación de lo minúsculo, lo que se conoce como nanociencias, persigue la meta de desarrollar nuevos materiales, máquinas e instrumentos que tendrán aplicaciones en la medicina y la industria. El manejo y el reordenamiento de átomos y moléculas permitió crear cables del grosor de un átomo. Claro: no vienen en rollos ni se compran en la ferretería...

En efecto: un compuesto de óxido nítrico unido a un metal pesado, iridio, en presencia de una molécula cargada eléctricamente (ión), que contiene fósforo, da lugar a un cable molecular, o nanocable, que podría tener aplicaciones en circuitos electrónicos como semiconductor, según informan investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA.
"Vimos que, en presencia de determinados iones con carga positiva, los átomos de iridio de este compuesto se apilan uno sobre otro", explica el doctor Fabio Doctorovich, profesor de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, que publica sus resultados en Chemistry, A European Journal y Accounts of Chemical Research , dos de las revistas internacionales más prestigiosas en la especialidad.
Al sintetizar este compuesto, se forma un cristal con propiedades especiales: los iones que contienen fósforo conforman una estructura particular con un hueco muy estrecho en su interior, y los átomos del compuesto de iridio y óxido nítrico se apilan en ese hueco.
Pero hay algo más. En este compuesto metálico, se produce un cambio en la distribución electrónica de los átomos. Para que ocurra este proceso, se requiere energía, que debe ser absorbida por los electrones. "Este cambio es lo que le permitiría al cable comportarse como un conductor selectivo", acota Florencia Di Salvo, otra de las autoras del trabajo.
¿De dónde se obtiene la energía para que ocurra este proceso? La compresión que generan los iones que contienen fósforo hace que se produzca el cambio observado en el compuesto de iridio, según señala Doctorovich.
"Nano-" es un prefijo que indica una unidad de medida, la millonésima parte de un milímetro. Cuando se manipula la materia en la escala de los átomos y las moléculas, surgen fenómenos y propiedades nuevas.
El iridio es un metal pesado, duro, frágil y de color blanco plateado; pertenece al grupo de los llamados "metales nobles", junto con el platino, el oro y otros elementos. "Es la primera vez que se observa este fenómeno en un compuesto que posee un metal pesado", asegura Doctorovich, investigador del Conicet.
Los investigadores llegaron al nanocable a través de su interés en el óxido nítrico. "Estudiamos su reactividad cuando está coordinado con un metal", explica el investigador. La combinación de óxido nítrico con hierro da lugar a un compuesto empleado en medicina como vasodilatador: el nitroprusiato.
"En este caso, trabajamos con iridio, que es un metal que, por su particular estructura, «agarra» más fuertemente los compuestos que se unen a él", subraya Doctorovich.
El científico señala que la realización del nanocable requirió la colaboración de laboratorios del país y del exterior, y la participación de diez investigadores. Algunas mediciones se realizaron en La Plata, pero otras se hicieron en Alemania, Brasil e incluso en el Instituto Weizmann de Israel, ya que no se contaba en el país con los instrumentos necesarios. "Es cada día más frecuente por los rápidos avances tecnológicos y la histórica falta de inversión de nuestro país en ese campo", indica.
Este nanocable, que sería conductor a lo largo de los átomos de iridio y aislante en dirección perpendicular, podría funcionar como imán molecular o interruptor, con aplicaciones en nanoelectrónica.
Por Susana Gallardo

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jueves, 2 de agosto de 2007

La actividad humana altera los patrones globales de lluvias.



Un trabajo realizado por investigadores de seis centros científicos de Canadá, los Estados Unidos, Gran Bretaña y Japón prueba que la actividad humana está generando un aumento de las lluvias en una gran porción del hemisferio norte y en las regiones que se encuentran justo al sur del ecuador, mientras que están haciendo más áridas las zonas que están justo al norte de esa línea imaginaria.
Esta sería la primera evidencia de que la actividad humana ha alterado los patrones de precipitaciones. "Este estudio ofrece pruebas concluyentes de que la actividad humana está teniendo consecuencias en las lluvias", dijo el investigador en meteorología doctor Nathan Gillett, de la Universidad de Anglia del Este, en Norwich, Gran Bretaña, que también firma el trabajo.
Para probar la influencia humana en este factor climático, los investigadores compararon los cambios observados en las precipitaciones del siglo XX con las que predecían 14 modelos, divididos en tres grupos. Uno contenía estimaciones de las emisiones de efecto invernadero; otro, sólo factores naturales, tales como aerosoles volcánicos, y el tercero, tanto naturales como humanos. Los modelos que incluían tanto la actividad humana como los factores naturales fueron los que más se ajustaron a las tendencias observadas.
En la zona que queda entre los 40 y los 70° de latitud norte, que incluye gran parte de América del Norte y la mayor parte de Europa, las lluvias aumentaron 62 milímetros entre 1925 y 1999. Los científicos estiman que entre el 50 y el 85% de esta cifra puede atribuirse a la actividad humana.
En el caso de las regiones ubicadas entre los 0 y los 30° de latitud sur, la mayor parte de los 82 mm de aumento se atribuye a causas humanas.
Entre las áreas que se hicieron más áridas está la región del Sahel, en Africa, que experimentó sequías graves y hambrunas entre 1950 y 1980.
Según los científicos, estas fluctuaciones no se habían detectado antes porque la tendencia a la sequedad en algunas regiones cancelaba la humidificación de otras, lo que reducía la señal global.
Este estudio agrega nuevas pruebas a la hipótesis de que los seres humanos estamos influyendo en el sistema climático.
Fuente. Nature

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miércoles, 1 de agosto de 2007

Estudian métodos de control de las hormigas



Minúsculas y de apenas unos miligramos de peso, las hormigas urbanas pueden provocar cortocircuitos eléctricos, propagar infecciones en hospitales, ahuecar postes, carcomer cimientos y causar así daños invaluables. Investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires estudian sistemas más efectivos de control y menos tóxicos para el medio ambiente.

"Las consecuencias tienen poca difusión y son poco estudiadas en nuestro país, por lo que la magnitud de los daños se desconoce -destaca, la doctora Roxana Josens, del Grupo de Estudio de Insectos Sociales, desde la Ciudad Universitaria-. Según estudios en distintos países latinoamericanos, en los hospitales las hormigas al trasladarse de un sitio a otro, llevan consigo patógenos de distinta naturaleza, e infectan así alimentos, instrumental o material esterilizado. Nuestro objetivo es desarrollar cebos y un protocolo de aplicación efectivos para controlar este tipo de hormigas urbanas", detalla.
Hace más de diez años, la bióloga Josens tiene en la mira a la especie camponotus mus, conocida como hormiga carpintera porque ahueca troncos para usarlos como nidos. Este insecto autóctono, de unos 3 a 20 miligramos, es casi imposible no topárselo pues habita en gran parte de la Argentina: desde el Centro hasta el Norte y desde la Precordillera hacia el Este, llegando hasta Paraguay, Uruguay y sur de Brasil. "En las ciudades es muy común que aniden bajo los techos de tejas o chapa, dentro de puertas huecas, marcos de madera o en grietas ubicadas en los cimientos de las construcciones. Como suelen ser sitios inaccesibles, aun arrojando veneno, se logran pocos resultados y se diseminan indiscriminadamente tóxicos en el medio ambiente -describe la investigadora del Conicet-. Lo que buscamos es crear un sistema efectivo, aprovechando el comportamiento natural de estos insectos, para aumentar la aceptación de los cebos y el reclutamiento hacia ellos, de modo de maximizar la entrada del veneno en el interior del nido."
Para que el tóxico llegue con éxito a destino, el equipo se propone conocer al dedillo el mundo del hormiguero y la sincronizada organización social para recolectar el alimento. Esta especie a la hora de comer prefiere a otros insectos y sustancias azucaradas, como el néctar que se halla en algunos tallos o en la base de las hojas o de las flores. En búsqueda de estas provisiones salen las hormigas obreras, a las que no tiene sentido atacar dado que no se reproducirán nunca en su vida. Ellas trabajan para mantener el nido en que se refugia la reina, la única que pone huevos para generar descendencia. "Observamos -destaca Josens- que las obreras consumen según las necesidades de la colonia. Cuando el nido requiere más hidratos de carbono, no sólo toman más de esta sustancia azucarada sino que más rápido. No hay registro de que ocurra en otros insectos."

El lenguaje de las antenas.

Los investigadores intentan que éstas se conviertan en el pasaporte mortal al hormiguero. "Entender el proceso de recolección permite brindar el marco de conocimiento necesario para adecuar los mecanismos de control", indica Josens.
Los caminos que las hormigas marcan en el terreno en sus idas y vueltas en busca de provisiones indican que se está frente a una verdadera cooperativa de recolección. Una obrera descubre un alimento, recluta a nuevos individuos para que se sumen a la tarea, y todas cargarán en su buche el néctar recolectado y lo pasarán dentro del nido a otras de boca en boca. "Hallamos que los contactos de antenas entre las hormigas varían según el valor de la carga. Por lo tanto, estas interacciones permitirían adquirir información respecto de cuan aceptado es el recurso transportado. Esta puede ser utilizada, por ejemplo, en la decisión de reclutar más hormigas, retornar a la fuente de alimento, etcétera", precisa.
Sin ocultar su admiración por estos insectos no deja de destacar una y otra vez su nivel de organización. "La recolección grupal de alimentos no está jerarquizada. En la mayoría de los insectos sociales pueden intervenir cientos de individuos y ninguno manda, sin embargo el grupo recolector responde a las fluctuaciones del ambiente. Si cambia la oferta de néctar, muchas especies rápidamente redistribuyen sus obreras ante la nueva situación", puntualiza.
El equipo de Josens centra sus investigaciones en la forma de recolección de soluciones azucaradas, uno de los platos preferidos de estos seres diminutos. "Es un cebo sencillo y económico [se trata de agua y azúcar] al que se le puede agregar un tóxico. Pero debemos comprender cómo es el proceso de recolección para saber cómo administrarlo de manera más efectiva y menos tóxica para el medio ambiente", concluye.

Fuente. Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA

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